" En la adolescencia solamente se tienen dos problemas; ser desobediente y conformarse al mismo tiempo"
Este juego consistía básicamente en meter un montón de papelitos con dos dígitos en una especie de urna, los números eran superiores al veinte y el que te saliera era la edad con la que te casarías.
¿Que chorrada no?
Pues no, eso es lo maravilloso que tiene la época de la adolescencia, millones de pájaros rondando en la cabeza que no dejan pensar con claridad, ni te dejan ver a lo que te quieres dedicar a no ser que nazcas con la vocación corriendo por las venas.
Si me hubieran preguntado en esa etapa de mi vida en qué pensaba, seguramente habría respondido en chicos y en zapatos. Y es que las mujeres, ya en el vientre de mamá lo llevamos en los cromosomas, nos encanta tener un amor en el que pensar y por el que morir y necesitamos unos zapatos de última tendencia para sobrevivir. Bajo mi punto de vista la adolescencia y todo lo que ella conlleva es una fase fascinante y a la vez crítica que hay que superar con creces. En ese período se desarrolla nuestro carácter para lo que vendrá después, la vida es despreocupada, las relaciones son intensas y el amor y los sentimientos se multiplican por quinientos, solo importa el corazón y lo que hay dentro, el resto del mundo sobra. La sexualidad que va más allá del instinto a reproducirse y de los órganos sexuales, sino que es la generación de deseos por lo desconocido y por definir nuestra identidad sexual.
Con el paso del tiempo las prioridades van cambiando, nos damos cuenta de que aunque hayamos vivido la mejor época de nuestra vida es tiempo de pensar en el futuro y dejarse de rollos, que ya nos venía avisando mamá y no le hemos hecho ni caso.
En la edad adulta lo que predomina es el trabajo y la ausencia de éste, démonos con un canto en los dientes si hacemos lo que nos gusta y encima nos pagan por ello. Las apuestas por los hombres serán cada vez más exigentes y las relaciones de camastro pasarán a ser más experimentadas y por lo tanto más satisfactorias; sin embargo lo único que no cambia de una etapa a la otra es el deseo incansable por encontrar a nuestra media naranja, nuestra alma gemela, alguien que nos complemente. Y si antes queríamos un amor de instituto, ahora solo necesitamos a alguien esté ahí y que nos desee un buen día en el trabajo y que nos sorprenda el día de nuestro cumpleaños con unos zapatos de última tendencia.
En mi caso, no quiero ser adulta si eso conlleva deshacerme de esa chiquilla alocada y extrovertida.
¿Debemos renunciar a nuestra cría de corazón noble por la mujer de corazón de roble?
Yo no quiero renunciar a esa cría noble! Me encanta 😊
ResponderEliminarEs mejor vivir con ella. Yo tampoco me deshago de ella. Gracias, un saludo.
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