Si hasta hace unos años las pieles blancas eran de lo más "out", ahora parece ser la única alternativa posible para estar a la última.
Tuvieron que pasar décadas para que la piel nívea volviese a hacerse un hueco entre la marabunta de pieles anaranjadas que transitaban pasarelas, alfombras y avenidas por doquier.
A pesar de que en los cánones de belleza, las pieles blancas siempre ocuparon un primer lugar, siendo estas sinónimo de elegancia y clase social alta, fue a partir del siglo XX cuando la diseñadora Coco Chanel concedió a la piel bronceada el status de imprescindible del mundo de la moda, convirtiéndose esta en protocolo ineludible de cada verano.
Sin embargo, hace ya unos años comenzamos a ver como modelos y actrices lucían su piel clara, no por ello renunciando a todas las características de las que gozaba esta cualidad en épocas pasadas, sino acentuando sus rasgos y convirtiéndose así en delicadas muñecas de porcelana.
Pero es ahora cuando esta tendencia, de la que agencias de modelos británicas son precursoras, empieza a pisar fuerte, no pretendiendo excluir la piel morena del ámbito del estilo y la belleza, sino reducir las complicaciones de esta provocadas por la incitación al bronceado excesivo para estar a la última.
Y es que la belleza es algo independiente a tendencias y modas. Como un buen día señaló la popular novelista norteamericana Susan Sontag y que se podría aplicar a la moda del bronceado:
"No está mal ser bella; lo que está mal es la obligación de serlo"
Beatriz Garriga
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