Durante 4 años que viví, trabajé y trasnoché en Londres, me resistí a aficionarme a la "Bebida Nacional". Nacional, porque era sabido por todos que era de lo que la Reina de ese país anglosajón disfruta en la tranquilidad de su Palacio. Pues bien, desde hace unos meses, ya de vuelta a Barcelona, mi ciudad natal, he sucumbido a la moda del Gin & Tonic, que convierte a todo aquel que se decanta por otra bebida en casi un paria social, no apto para reuniones, fiestas y celebraciones en grupo.
Como dicta la norma (cuando me propongo unirme a un movimiento/tendencia, soy muy obediente con sus reglas de juego y sigo a rajatabla cualquier instrucción o indicación), he degustado varias de las diferentes marcas de ginebra y de tónica que existen en el mercado y que están disponibles en bares, licorerías y restaurantes de la ciudad condal y, debo confesar, que casi todas me saben igual. Eso sí, el estudio de los aderezos y adornos que corresponde a cada una de ellas, me refiero a: pepino, lima, limón, fresas, regaliz, canela, etc... me han permitido diferenciarlas y ser casi una experta en la materia (ahora ya puedo diferenciar si la ginebra es seca o dulce y si la tónica es más afrutada o de hierbas aromáticas mediterráneas!).
Pero el pasado domingo, algo marcó un antes y un después en mi corta trayectoria como catadora de Gin-Tonics. Un local del que había oído hablar mucho y había leído artículos en varios periódicos y revistas con críticos de referencia y al que, hacía mucho tiempo, quería hacer una visita para comprobar que todo lo que se rumoreaba era cierto. Este local es el Bobby Gin, un bar del barrio barcelonés de Gracia, donde no sólo preparan unos gin-tonics y cocktails con marcas y recetas propias, sino además la oportunidad de probar algunos platos muy originales.
Dejando de lado la bebida, el ambiente del local es muy agradable, con una decoración muy acertada, y aunque un domingo por la tarde, como era de esperar, era más bien tranquilo y acogedor, nos aseguraron que las noches de fin de semana se pone a reventar de gente de lo más cool. Y no me olvido de su bar staff, quienes tras una primera copa increible, prometieron superarse... y lo consiguieron!!! Como dice en alguna de sus paredes: "God save the Gin".
Sólo espero que, con la llegada inminente del próximo spirit más chic, que revolucinará a mundo de la restauración (según los expertos de la noche londinense y neoyorquina): el vodka, Bobby Gin resista y se adapte a los nuevos tiempos. Estoy convencida que con ese equipo, lo conseguirá. Y yo estaré allí para verlo.
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