Lo más importante de todo, es tener unos labios bien hidratados. Así que debes usar cacao o similares todas las veces que sea necesario, especialmente durante el invierno.
Antes de pintarlos es recomendable hacer una exfoliación si tienes pielecitas. Si no dispones de uno específico puedes usar este sencillo truco: con un cepillo de dientes viejo, frótate suavemente los labios para ponerlos a punto.
Usa tu base de maquillaje habitual, también sobre los labios -no demasiada, sólo para igualar-.
Con un lápiz de labios del color más parecido posible al color que vais a usar, delinea todo el labio y rellénalo. En caso de no tener un tono parecido al elegido, usa uno de tono natural, para tapar las posibles imperfecciones que puedas tener.
Con un pincel de labio, ve aplicando el color desde las comisuras al centro. Se hace de esta manera para que no se te acumule color en las comisuras del labio.
Muerde un trocito de papel higiénico con lo labios para eliminar el color que sobre, y vuelve a pintarlos con el pincel. Si necesitas una fijación extra, puedes servirte también del siguiente truco: después de la primera capa de barra de labios, usa polvos sueltos, y vuelve a aplicar. ¡Así durará más!
Ahora que tienes el color perfecto, es hora de fijarlo. Un fijador labial hará que tu barra permanezca perfecta todo el tiempo que haga falta -de cualquier manera, yo siempre recomiendo llevarse la barra de labios por si hay que retocar-.
Y ¡Listo! Ahora a lucir morritos.
Ponynose
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